La doncella que viajó al planeta Final Fantasy VII - Parte I
Índice de capítulos
Escrito por Benny Matsuyama.
Publicado en el libro de Final Fantasy VII Ultimania Omega.
En el relato aparecen varios spoilers sobre el juego.
Prólogo
Bajo el agua...
Aeris se hundía; las burbujas se extendieron en ella, dejándola con una expresión como si estuviera dormida. Se hundió en silencio en el frío y tranquilo lago; la red de luz, dispersada por las ondas de la superficie, bailada sobre su cuerpo inmóvil. Era como si tratara de atraparla.
Su dulce rostro no puede tener, durante más tiempo, esas expresiones que estaban repletas de energía; los sentimientos de la alegría y la felicidad que esparciría a todos alrededor de ella, la dulzura que tenía hacia el débil, y las lágrimas interminables que derramó en su pena... No aparecerían ninguno de ellos otra vez. Su cuerpo se callaría para toda la eternidad.
Sin embargo, eso no significó el fin de Aeris; ella observaba. No lo hacía por sus hermosos ojos verdes; pero sí por su alma... Miró desde de un descarnado cuerpo lleno de Corriente Vital, observaba cómo se superpuso su cuerpo físico. Miraba como la superficie del lago la dibujaba aún más lejos. Observaba como las formas humanas la miraban desde otro nebuloso mundo (el mundo donde estas cosas estaban vivas; era un mundo distinto al de ella). Entonces Aeris miró el rostro de Cloud, el cual observaba como si su corazón cayera, apartando la tristeza de perderle, la cólera, y el odio.
- No te culpes, no hay nada de que preocuparse ya. – Se dijo a sí misma Aeris. - Estará bien, incluso si Meteorito cae sobre el planeta; así que no te permitas ser arrastrada por esos sentimientos. Piensa mejor acerca de cómo puedes ser tú misma.
Ella trató de decir algo, pero sus labios no se moverían; no había magia que permitiera que sus pensamientos alcanzasen el cuerpo espiritual de Cloud. Tenía que ver como Cloud desaparecía rápido en la distancia; la luz que centelleó en la superficie del lago era débil y lejana como cuando ella se hundió. Cayó lentamente en las profundidades de las ruinas de Cetra, la Ciudad Olvidada. Aeris, la última superviviente de los Ancestros Cetra, había cumplido su misión para proteger el Planeta. El lugar final donde fue a parar, supuestamente las fronteras del planeta, no importa ahora; no importa dónde fuera...
Capítulo 1
Sí, no importa dónde fue ella; ya había alcanzado el fondo del lago, pero aun así Aeris continuó hundiéndose todavía más. Su cuerpo físico, después de mucho tiempo de perder su vida, ahora se detuvo en las profundidades marinas, cubriendo el fondo del lago, que estaba como la nieve en polvo. Pensaba en cómo fue separada de sí misma, después de veintidós cortos años de vida, por la eternidad. El cuerpo que se había separado del alma volvería, lentamente, a la Tierra Prometida en forma de agua pura y bendita. El conocimiento de Aeris, la movía al bajar el próximo nivel.
Nada cambió cuando ella aspiró, levemente, el polvo que la circuló. Aeris continuó hundiéndose por la pesada capa de la precipitación al vacío. La única cosa que podía ver era la oscuridad... Pero no era un mundo demasiado oscuro; era tierno y tibio donde ella no se sentía sola.
Pronto se dio cuenta de que no era polvo ni barro lo que ella sentía cerca de sí; presiente que, de alguna forma, todo se había ajustado para que ella pudiera sentir las cosas a su alrededor. Sus cinco sentidos estaban en un nivel más alto del permitido; ahora siente la naturaleza verdadera de los objetos y todo lo que la rodea. El mundo que podía ver ahora, no era un mundo solo de oscuridad.
Aeris estaba dentro de alguna débil luz verde, que se concentró alrededor de ella. Al mismo tiempo, reconoció lo que estaba viendo; la energía que se partió en miles, no, millones de corrientes, fluía y circulaba alrededor de cada rincón del Planeta. La inundación de la luz que la sumergió era una de las corrientes que se separaron de los demás. La cantidad de energía Mako que el Planeta había acumulado allí era enorme y estaba mucho más allá de la esperanza humana de ser presentado por meras figuras como la Materia.
La florista lo observó como si el Planeta le devolviera la vida de nuevo; miró la brillantez de la Corriente Vital que la rodeaba por todas partes y reconoció la fuente de la vida a la cual todo y todos acaban regresando. Era un lugar repleto de energía donde las innumerables almas del planeta se unieron junto con su conocimiento y experiencias. Aún sus memorias estaban liberadas de sus almas y vagaban a su libre albedrío. Pero Aeris estaba "entera" de cuerpo y pensamientos. Se quedó en el lugar donde los conocimientos de los muertos fluían y arremolinaban cerca de sus respectivos cuerpos; manteniéndose impasible ante lo que veían sus ojos, Aeris se detuvo cuando vio que ya no estaba realmente viva. Retuvo el conocimiento de Aeris Gainsborough, quien fue en vida, y ahora llegaba a la Corriente Vital.
Nunca se imaginó que llegaría a ser de esta manera...
Cuando el último superviviente de los Cetra llegó, tuvo el papel de mantener la gran riqueza de la Tierra durante su viaje. Aeris quiso hablar con el Planeta; hablando al conocimiento que formaba parte de la Corriente Vital... Y así lo hizo. Ella estaba muerta, pero esa muerte no era el fallecimiento de la vida.
La mayoría de los humanos piensan que la muerte significa no llegar a ser nada después del fallecimiento. Sumergiendo sus conocimientos en la oscuridad, para no ser despertados jamás; una nada que no se puede comprender totalmente.
Ellos piensan que la muerte significa ser aniquilado totalmente; por eso los humanos temen a la muerte. Ellos tienen miedo de perder su existencia total. Aunque fueran conscientes de que tenían un destino que los llevaba, irremediablemente, a una vida corta, habría muchos que querrían evitar a la muerte. Incluso aquellos que hubieran alcanzado una larga vejez después de una vida satisfactoria; ellos también la evitarían y la temerían.
Aeris supo inmediatamente que esa muerte no significaba para nada ser aniquilada. Sabía de la existencia del mundo donde un Cetra alcanzaría, al fin, la liberación una vez hubiera cumplido la misión que tenía que realizar en el Planeta. Por eso ella aceptó la muerte bravamente; aun cuando tuvo un sentimiento muy fuerte que la envolvería totalmente y la incitaría a permanecer en el planeta como un ser vivo para los humanos. Ella cumplió su misión, de la manera que debía hacerlo y sin tener ningún temor. Su corazón estaba en la paz, aunque los humanos, que perdieron su poder de hablar con el Planeta hace mucho tiempo, pensaran que ella moría de forma temprana y poco natural; ella no tuvo ninguna pena ni remordimiento. No quería sentir que deseaba estar todavía viva; podría parecer que quería evitar su misión.
Aún así, no podía negar la evidencia; ella estaba triste. Su corazón estaba dolido.
Todos los compañeros con los que ella había viajado, las personas con las que creció y sintió cerca la primera vez, la madre que la adopto y cuidó durante quince años, Elmyra, las personas que sabía que se preocupaban por ella, aquellos a quienes podría haber encontrado en el futuro, las personas que ella no habría conocido jamás... todo ello era algo que no podía mantener a su lado estando en este "sin vivir".
Pero Aeris supo que su tristeza estaba también con aquellos a los que dejó atrás. No sabían que ella existía todavía como un alma pura y limpia; pero no necesitaban saberlo. Incluso aunque deseara que ellos lo supieran, la tristeza no se curaría solo porque ellos descubrieran la verdad. Entonces Aeris pensó en él y la pena hizo que el dolor la derrotase aún más. Aeris sufría mucho mientras recordaba a Cloud.
Tenía unos sentimientos puros y buenos hacia él. Al principio pensaba que él tenía, de algún modo, algunas similitudes con su primer amor; pero, aún así, su mirada, su voz y su personalidad no eran semejantes y él también se preocupaba en que Aeris le viera como una persona... Misteriosa. Aunque muy pronto eso dejó de importar.
Aeris lo quería mucho más que a su primer amor; Cloud era su héroe y él no rehuía del peligro por ayudarla. Lo veía como alguien en quien se podía confiar, alguien de mucho valor y siempre tenía la sensación de que desaparecería en el instante en que ella le quitara los ojos de encima, ya que no era la única que le veía así. Por ello, Aeris quiso permanecer a su lado por siempre mientras fuera posible. Ella lo quería de verdad.
Pero cuando Aeris dejó a sus compañeros y se dirigió sola a la Ciudad Olvidada, el corazón de Cloud era como un huevo al borde de un abismo. Un abismo por donde caerá el huevo, pero que, una vez caído, sólo la yema se sale fuera del cascarón; como si su mente quebrara y se saliese de su cuerpo. Ella quiso aliviarlo y se le apareció en sus sueños; pero no fue suficiente. Si Aeris no fuera la última superviviente de los Ancestros Cetra, ella se hubiera quedado a su lado sin ninguna duda. Sin embargo...
El hombre de la capa negra y los cabellos plateados, Sephiroth, quien una vez fue un héroe, había tomado la "Crisis del Cielo", Jénova, y se encontraba en un estado de locura. Convocaría la mayor de las magias de destrucción, Meteorito, utilizando la Materia Negra.
Aeris no tenía elección; debía de terminar lo que sus antepasados empezaron cuando se enfrentaron a Jénova. Más tarde o más temprano, Sephiroth convocará al gigantesco Meteorito que infligirá, seguramente, una enorme cantidad de daño al Planeta. Causará una herida que podría destruir el planeta entero. Sin duda, el planeta concentraría una cantidad enorme de Corriente Vital para curarse e intentar salvarse de tan desgraciado destino. Esa era la intención de Sephiroth, hacer suyo todo ese poder. Tras ello, él se haría uno con el Planeta y comenzaría a ser lo más parecido a un Dios. Después, probablemente, haría arder a todos los humanos que él odiaba a muerte. El futuro del Planeta, y el ciclo de la vida, terminaría tal como ella imaginaba.
Aeris podía sentir, por los suspiros del Planeta, que se podía hacer algo para evitar esto. También sabía que aquello era algo que solo ella, la última superviviente de los ancestros Cetra, podría hacer. Tan sólo podía obtener el conocimiento necesario desde la Ciudad Olvidada; pero llegar hasta allí significaba, además, convertirse en el mayor inconveniente para los objetivos de Sephiroth. Y ahí fue dónde Aeris dudó; ¿Dejaría morir a todos los humanos o evitaría el desastre a cambio de su vida?... Pero no quiso pensar demasiado en ello; ya estaba todo preparado. Cuando dudaba en abandonar a Cloud en su desesperación, pensaba en cómo eso salvaría a sus amigos y a toda la gente del mundo. Ya había tomado una decisión. No había otra opción. Debía hacerlo también por Cloud.
Y así fue como ella sola se puso en camino hacia el altar que se encontraba en la Ciudad Olvidada, para averiguar lo que tenía que hacer. De hecho, la llave de todo ello era la última Cetra; la última de los ancestros supervivientes. Aquella Materia Blanca que fue pasando de Cetra en Cetra... Como si eso guardara el último recurso de los Cetra; esa herramienta podía invocar a Sagrado, algo necesario para poder detener al Meteorito. Esa era la Materia que fue encomendada a Aeris por su madre, Ifalna.
Ella no la había usado nunca y permanecía escondida en su lazo, sin abandonarla. Aeris poseía ahora esa Materia Blanca; y sabiendo lo que tenía que hacer con ella rezó con todo su corazón. A través de la Materia habló con el Planeta, intentando invocar a la magia definitiva, Sagrado, que destruiría al Meteorito. Incluso la más ligera de las indecisiones podría haber significado que sus ruegos no llegaran al Planeta. Sin embargo, pudo hacerlo.
Cuando Sephiroth la atacó, tras darse cuenta de las intenciones de Aeris, las condiciones para invocar a Sagrado habían sido cumplidas. Ella aceptó su muerte, que ya había sentido desde hacía mucho tiempo, mientras la enorme espada de Sephiroth la perforaba. Aeris sintió la paz. Pero el sonido de un llanto llegó hasta ella...
Aquél no era el sonido de su propio llanto; si lo fuera, entonces habría sentido la sangre chorreando por su garganta y la furia que la forzaba a estar lejos de todo aquello que ella amaba... ése era el sonido del corazón de Cloud haciéndose añicos. ese era el llanto de su corazón, que nunca podría ser curado de la culpa que él sentía por la muerte de Aeris; se culpaba a sí mismo por no poder protegerla e hizo relucir el inmenso odio que sentía hacia Sephiroth.
Estaba sorprendida por la enorme tristeza que él sentía en ese momento. Estaba contenta de que él pensara tanto en ella; pero se entristeció cuando sintió el enorme sufrimiento de Cloud, que veía como crecía cada vez más. No había nada que ella pudiera hacer por el dolor de Cloud; y su sufrimiento le dolía en su propio corazón.
Ese sufrimiento continuaba existiendo aunque ella se encontrara en la Corriente Vital. A pesar de que había perdido su cuerpo, reconoció el dolor mediante la creación de una imagen de ella misma en su mente. Aeris miró hacia abajo, mientras colocaba sus manos sobre su dolorida garganta... Y al rato, se dio cuenta de algo. Todo a su alrededor era la existencia de incontables conciencias humanas; había un gran número de voces y montones de recuerdos. Todo aquello era algo que nunca pudo sentir cuando estaba en la iglesia de Midgar; como ella, las almas de aquellos que habían muerto habían regresado al Planeta. Y ahí estaban todas.
Aún así, no podía ver a nadie cercano que tuviera una forma como la suya. Por lo que había visto, tan solo ella mantenía la imagen de su pasado, intacta en mitad de la Corriente Vital que fluía llena de conciencias.
- Me pregunto... ¿Es así porque yo soy una Cetra y ellos no?" -
Las palabras salieron de los labios de Aeris como un murmullo. Allí, palabras y pensamientos eran lo mismo. Como una entidad de conciencias, sus sentimientos eran solo expresados como pequeñas olas que ella emitía. De forma parecida, el enorme número de recuerdos en la Corriente Vital la alcanzaban también como todo tipo de olas. Todo a su alrededor era escuchado como susurros; como si tú mantuvieras un fuerte ego. Pero pronto sabrías qué conciencia te pertenecía.
- Esperaba que mis palabras llegaran a oídos de Cloud... - Dijo Aeris.
Ella hinchó sus mejillas un poco, pareciendo un tanto disgustada. No estaba afectada por la confusión de varias conciencias que existían en el mar de recuerdos y conocimientos dentro de la energía Mako. Debido a su experiencia escuchando la voz del Planeta cuando era pequeña, se había forjado una buena cantidad de paciencia. Aeris había sido criada de tal modo que podía mantener su propia conciencia y no perder su personalidad. Pero entendió que regresar al Planeta dependía de lo separada que estuviese de su "todo". Incluso cuando las gotas de agua caían al río, ellas se esparcen y no vuelven a ser vistas. No importa cómo solía ser ella; pensó que era extraño cómo su alma podía mantenerse única en el vasto mar de energía concentrada.
- Pero la Corriente Vital debe estar llena de Cetras igual que yo. - Pensó Aeris. - "Mi madre murió y también era una Cetra... Aquello fue hace quince años; en ese tiempo quizás yo desapareceré y seré una con el Planeta igual que todos los demás. -
Inclinando la cabeza hacia un lado, pensó un poco más en ello.
- ¿Seré capaz de hablar con Cloud en algún lugar? Así podría decirle que estoy bien... Es algo extraño andar diciéndole que estoy bien después de lo ocurrido; pero quizás pueda ser "más clara" sobre mis sentimientos de éste modo.-
Quizás podría ser "más clara" sobre sus sentimientos en torno a Cloud de esta forma. Entonces, a lo mejor, ellos serían vistos como familia o amantes...
Cuando estaba viva en Midgar, ella sentía las almas de aquellos que trataron de confesar su amor; aquellos que aún poseían esos sentimientos o que los habían dejado atrás y podían mantener firmemente sus conciencias como un "todo".
- ¿Pero significa eso que yo desapareceré tan pronto como me haya encontrado con Cloud? Me pregunto si es eso lo que está pasando o... ¿Hay algo más que aún no haya hecho...? -
En ese instante, Aeris sintió algo parecido a una fuerte corriente eléctrica que surgió a través de ella. Formó un puño con una de sus manos y golpeó la palma de la otra; como queriéndose atacarse. Aquello era solo ella misma imaginándose a su fantasma medio golpeándose las manos, pero podía perfectamente oír el "Plas". Como si estuviese viva de verdad.
- Tiene sentido. Existe un significado para todo esto. Debe haber alguna razón por la que yo no he emergido aún en la Corriente Vital y por la que continúo aquí de este modo. Es como cuando era la única en el mundo que podía invocar a Sagrado desde el Planeta... Puede que todavía haya algo que aún no haya hecho y que ahora deba hacer. -
Justo cuando aquel pensamiento cruzó su mente, sintió una pequeña conmoción proveniente del Planeta. Aquello no era una sola conciencia, sino el Planeta en sí; como si confirmara lo que en ese momento estaba pensando.
- ... Ya veo. Me pregunto qué será. -
Su pregunta fue respondida con un silencio; el Planeta también tenía que saber de qué se trataba. Ella sonrió como las flores que solía vender en los suburbios. En la tenue luz fluorescente, la sonrisa que fue amada por todos floreció dulcemente.
- Está bien. Aún hay gente de la que no quiero ser separada; todavía no puedo dormir. Hasta que ese momento no llegue, permaneceré aquí. Pasaré el rato en el planeta... en nuestra Tierra Prometida... -
Deseando que pudiera expandir sus pensamientos, Aeris miró al cielo... Miró a través de la capa del Planeta que había sobre su cabeza. Las partículas de Mako que flotaban y se dispersaban a su alrededor le recordaron al cielo nocturno. Miró arriba, hacia el cielo, como la vez en que estaba sentada junto a Cloud en torno a la luminosa hoguera en Cañón Cosmo.
Capítulo 2
Un mundo lleno de energía Mako... Aeris sabía que los conceptos de tiempo y distancia aquí eran diferentes a los de la superficie. El tiempo parecía fluir tan despacio como ella quisiera, y si lo deseaba también podría durar lo mismo que un destello o un parpadeo. El paso del tiempo en el mundo de Mako no guardaba ningún significado.
La historia del Planeta fue hecha de recuerdos acumulados; todos emergieron juntos y permanecían a su lado. Había recuerdos del presente y también del pasado. No existía modo de que Aeris pudiera haberlos visto todos; pero los eventos que fueron inscritos en esos recuerdos habían atravesado al tiempo y todos estaban unidos como un todo. Aquello indicaba que el tiempo se movía dentro del futuro en el mundo de los vivos. Mientras nuevos recuerdos provenientes de la superficie emergían junto al Planeta, una nueva vida sería llevada al mundo mientras la energía del planeta era repartida. Aquel ciclo le dijo a Aeris cómo fluía el tiempo de un periodo tras otro; todo estaba unido a los interiores del Planeta por la Corriente Vital. Incluso en la superficie, en los lugares más distantes, la corriente de energía concentrada sería repartida.
Por otro lado había lugares que se encontraban cercanos, pero aun así la energía no podría alcanzarlos; había zonas donde la tortuosa corriente de Mako no podía llegar. Aeris pensó que eso debía de ser culpa de todos los reactores Mako de la superficie. La energía Mako nunca fue hecha para ser utilizada de esa forma; y si continuaban extrayéndola por la fuerza aquello naturalmente desajustaría la balanza del ciclo vital. Si el Planeta pudiera ayudar a los humanos a vivir una vida más fácil, seguramente no sería de ese modo. Pero la Corporación Shinra estaba yendo demasiado lejos. Si sus extracciones continuaban, entonces el equilibrio de la vida del Planeta se colapsaría... Aeris recordó cómo las flores florecían solo en la iglesia y cómo la ciudad de Midgar se encontraba empapada en Mako.
- Y es por eso que la gente de Shinra deseaba saber dónde estaba la Tierra Prometida. Una tierra abundante en energía Mako, donde solo los Cetra sabíamos cómo llegar... Pero ese lugar estaba ahí. Ese es el lugar que todos alcanzarían al final, cuando hubieran regresado al Planeta. El lugar donde Shinra podría obtener toda la energía que ellos quisieran no existía, ¿no es así? Todo aquello no era sino un grave un error. - Murmuró Aeris, mientras se dejaba llevar por la Corriente Vital.
Observó que de ahí al mundo de Mako había un pequeñísimo cambio.
- La Tierra Prometida que Sephiroth tenía en mente era muy diferente de la realidad. Él trataba de hacerlo todo por la fuerza; crearía una fuerte herida al Planeta a propósito y así toda la energía se concentraría en un solo punto. Y de este modo él podría controlarlo todo. Aquella era la Tierra Prometida que Sephiroth ansiaba... -
Aeris se estremeció mientras se imaginaba lo que sería del Planeta si aquello llegara a suceder.
- Me pregunto si Cloud y los demás estarán bien... Espero que Tifa y Cloud no estén esforzándose demasiado yendo tras Sephiroth... – Pensó Aeris.
- ... ¿Cloud? ¿Tifa? ¿Barret? – Murmuró alguien.
La silueta de una de las conciencias, justo al lado de Aeris, se expandió como si reaccionara ante sus palabras. Se apresuró a abandonar su actual estado en el que se encontraba; ésa era la primera vez que sentía otra conciencia firme aparte de ella misma. Cuando alcanzó el lugar de donde provenía, una sombra se elevó llena de energía Mako. No era una imagen tan clara como la de Aeris, pero pronto dedujo que era lo que quedaba de una mujer.
- ¿Entonces los conoces? ¿Quién eres? – Preguntó Aeris.
- Soy... -
Parecía que su memoria estaba bloqueada. Probablemente fuera porque la mayor parte de su alma se había unido a la energía Mako de la Corriente Vital. Pero su corazón no se había descompuesto y estaba aún fluyendo como un todo.
- ¡Oh! Disculpa, tengo que presentarme primero; soy Aeris. ¿Podrías ser, por casualidad, uno de los miembros de Avalancha? -
- Avalancha... Sí, sí, es cierto. –
Los recuerdos que ella tenía estaban siendo reconstruidos desde el Mar de Mako. Dándose cuenta de quién fue una vez, su figura transparente recuperó rápidamente la forma que ella tuvo en vida. Como si Aeris tuviera alguna influencia en ella, los colores también regresaron a su forma. Comparada con Aeris, ella aún parecía algo tenue; pero aun así se asemejaba a un humano y la ropa que llevaba también reapareció. Su cabello estaba atado en una cola de caballo de modo que no la estorbara y su ropa era como la de un soldado. También había llegado allí demasiado temprano y su edad era aproximadamente la misma que la de Aeris.
- Fui estúpida por haberlo olvidado... Soy Jesse, de Avalancha. Hey... ¿Eres tú la señorita Aeris? -
- Puedes llamarme Aeris sin más. -
- Gracias, Aeris. Conoces a Cloud, Tifa y Barret ¿No es así? ¿Cómo están todos? ¿Continúan luchando contra Shinra? ¡Oh!... -
Jesse volteó su cabeza como disculpándose.
- Debes ser como yo ahora que estás aquí. -
- No te preocupes. Estoy segura de que todos estarán bien. -
Aeris cambió sus pensamientos mientras trataba de no pensar en Cloud. Aquí ella no podría mentir, así que no tenía más remedio que no pensar en ello.
- Había algo que molestaba a Barret desde hacía tiempo. – Dijo Aeris cambiando de tema. - Así que tú moriste en aquel momento... Fuiste una de las personas quiénes trataron de proteger los pilares del Sector 7 como miembro de Avalancha ¿Verdad? Por aquel entonces yo solo pude conocer a Wedge; pero entonces... –
- ¡¿Wedge?! – Exclamo Jesse muy sorprendida. Sus ojos se abrieron de par en par. - ¡Sí, Wedge! ¡Y Biggs también! Los tres llegamos juntos aquí. Pero perdimos el rastro los unos de los otros... Que curioso, hasta hace solo un momento no podía recordar nada; no hasta que te encontré Aeris. –
Como si fueran guiadas por los recuerdos de Jesse, dos figuras más aparecieron entre las sombras de Mako. Las siluetas de dos hombres, uno delgado con barba de tres días y otro bajito y corpulento, aparecieron junto a Jesse y Aeris.
- ¡Wo!... ¡Woah! – Exclamo Wedge.
El hombre con barba, llamado Biggs, observó las palmas de sus manos y dijo en voz baja:
- Aún soy yo. Creí que iba a desaparecer. -
- ¡Estoy tan feliz de que pueda veros a los dos de nuevo! – Dijo Wedge mirando a sus antiguos compañeros Biggs y Jesse - Y... ¿Tú eres la mujer que me cuidó aquella vez? ¿Señorita... Aeris? ¿Moriste también? –
En lugar de darles una respuesta, Aeris lo afirmó con una sonrisa.
- Ha pasado tiempo Wedge; es agradable volver a verte a ti también Biggs. Después de todo ese tiempo junto a Cloud, yo empecé a ser como un miembro más de Avalancha también; así que supongo que eso me convierte en una novata comparada con todos vosotros ¿No es así? -
- Mmm, ese pensamiento demuestra lo peligrosamente alto que puede estar el listón de muertes en Avalancha, ¿Verdad? – Murmuró Wedge.
- ¿Continúa siendo Barret el hombre vanaglorioso que era? Bueno, a veces era un tío enrollado. – Interrumpió Biggs.
- ¿Novata? ¡Soy tan feliz! ¡Siempre ha sido mi aspiración ser un veterano! – Exclamo contenta Jesse.
Tras eso, Aeris les contó a los tres aquello por lo que Avalancha estaba luchando ahora. Aquello no era solo la Corporación Shinra, sino además una existencia mucho más poderosa conocida como Sephiroth... Ellos abandonaron Midgar para detener sus diabólicas intenciones de hacer suyo el Planeta.
- Así que Cloud se hizo uno de los nuestros... Eso me hace tan feliz. – Dijo Jesse.
- Jeje.. Es un tipo frío, pero sabía que se uniría a nosotros. – Exclamo orgulloso Biggs.
- ¿Significa eso que Cloud es un novato también? Va a tener que soportar a Barret entonces. – Bromeó Wedge.
Había mucha conmoción sobre los fantasmas de los miembros de Avalancha, mientras reían y sonreían. Pero al final, Aeris percibió sus tristezas. Un profundo resentimiento los unía a los tres en el mar de Mako; tanto que no pudo reprimir la pregunta:
- ¿Qué ocurre? Parece como si todos vosotros estuvierais sufriendo... -
- Bueno... Es por la manera en que nuestras vidas terminaron.- Explico Biggs. - Ahora no podemos redimirnos. -
Jessie bajó la mirada mientras Biggs continuaba su explicación. Wedge, con rostro serio, permanecía en silencio.
- Luchamos con Avalancha porque teníamos las mismas ideologías y creencias. Creíamos que no importarían unos pocos sacrificios si a cambio lográbamos detener a los Shinra. Pero estábamos completamente equivocados; lo comprendimos cuando llegamos aquí... Tú también te has dado cuenta de ello ¿No es así, Aeris? Sobre la explosión del primer Reactor Mako... -
- Sí... El Primer Sector no estaba muy lejos de los suburbios donde vivía. -
- Exacto; no nos dijeron gran cosa sobre ello, pero oímos que muchas personas murieron... En aquel momento solo pensábamos que ellos tenían lo que se merecían si eran alcanzados por la explosión; ya que todas aquellas personas trabajaban para Shinra, en la placa superior. Pero al final, todos nosotros acabamos aquí; trabajemos para Shinra o no. Así que hemos estado pensando el por qué lo hicimos. Todo lo que realmente hacíamos era alzar nuestras voces e imponer nuestras opiniones como borrachos. Tan solo estábamos exaltando nuestra manera de salvar al Planeta..."
- ... Yo también he pensado mucho en ello. – Añadió Wedge. - No quería un papel minoritario en la vida; deseaba brillar. Así que creí que uniéndome a Avalancha podría ser un héroe que salvaría el futuro del Planeta; y eso era todo en lo que pensaba... Nunca imaginé que aquello acabaría con la vida de tantos inocentes... Fue simplemente estúpido... -
Wedge agachó su cabeza avergonzado mientras se disponía a terminar.
- Todo el plan fue en verdad ideado por la vieja Avalancha; esa que ya no existe. -
En ese momento, Jessie intervino con pesar:
- En el pasado había muchos más miembros en Avalancha y ellos eran un grupo mucho más extremista. Nosotros tan solo heredamos el nombre del grupo de resistencia "Avalancha". Pero detalles sobre cómo hacer una bomba y los planes para programarla, todos ellos ideados por otras personas, fueron almacenados en un ordenador. Ya que yo era buena con la mecánica y las bombas decidí intentarlo... aunque no estaba segura de que el plan fuese nunca usado para incapacitar el Primer Reactor Mako. La gente que organizó aquel terrible plan odiaba terriblemente a Shinra; la odiaban tanto que irían tan lejos como para sacrificar a montones de personas... Debería haberme dado cuenta. Barret tampoco sabía nada de ello. Es por eso por lo que nosotros... -
Abatido, Biggs miró al cielo y continuó lo que empezó su compañera:
- Es por eso por lo que nosotros queríamos hacernos uno con el planeta hace un momento. Queríamos desaparecer. Ahora lo recuerdo; pero era imposible que nos fuéramos. Barret está luchando para salvar aún a más gente; con ello es como si se perdonara a sí mismo por lo hecho en "Avalancha". Pero nosotros tres no podemos hacer nada para expiar nuestros pecados. Tan solo podemos seguir aquí, sufriendo. -
- Al final era todo demasiado fácil para nosotros. - Dijo Wedge. - Era demasiado fácil olvidar quiénes éramos, porque queríamos desaparecer aquí. Por eso casi no recordábamos nada cuando nos encontraste; en el fondo, no queríamos recordar. -
- Simplemente, no funcionó.- Añadió Jesse – No podemos olvidar las cosas así como así; y menos siendo hechos tan graves que costaron la vida de tanta gente inocente. Cuando nos dieron la oportunidad, volvimos a ser los que éramos antes. Pero incluso ahora no somos una entidad tan clara como tú. Somos algo así como una maldición. -
Todos rieron medio en broma, medio en serio, hasta que las risas se fueron apagando con el paso del tiempo y todo terminó con resignación.
- Pero... pero. -
Aeris intentó consolarles con sus palabras.
- Todo el mundo ha estado equivocado antes. Incluso yo he estado vendiendo flores desconsideradamente por dinero. -
- Mmm... Realmente no puedo comparar mi estupidez con eso. – Dijo Wedge.
- Pero todos vosotros habéis estado sufriendo todo este tiempo... - Exclamó Aeris un tanto alterada.
- Gracias Aeris – Dijo Biggs. - Pero como veterano de Avalancha, considero toda esa historia como una vergüenza para mí. Toda esta gran conversación está bombardeando mi cabeza. Realmente no puedo perdonarme y es por eso qué esta es la única forma en la que puedo seguir aquí. -
Jesse continuó. - Algún día quizás podamos volver al Planeta y ser uno con ella, como todos los demás, como lo serás tú; pero por ahora no podemos. Entiéndenos Aeris; debes marcharte y dejarnos aquí. Tienes que continuar y estar en esa forma, porque ahí hay un papel que aún debes cumplir. Lo sabemos por que, de no ser así, ya serías uno con el planeta. Estamos preocupados de que nuestros recuerdos pecaminosos se transfieran a ti y te impidan continuar tu camino. -
- No...- Aeris intentaba justificar a sus antiguos compañeros; pero Jesse no la dejaba.
- Si dejas que nuestros recuerdos se interfieran en tu misión, nosotros sufriremos aún más. Así que vete, por favor -
Jessie estaba mintiendo. Aeris sabía que estaba tratando de alejarse de ella de tal modo que no tuviera que compartir su dolor. Los fantasmas de las tres personas estaban desvaneciéndose. Aeris quiso decir algo, pero se mordió el labio inferior mientras varias lágrimas salían de sus ojos. Finalmente, y viendo que sus tres amigos se iban, no pudo aguantar más:
- Por favor, dejadme decir esto al menos. Aquel día, muchas personas fueron capaces de escapar porque los tres luchasteis duro para proteger el Sector 7. Estoy segura de que el número de personas que lograron escapar fue mayor que las que murieron en el Sector 1... Yo también traté de salvar a Marlene por eso. Quizás no sea suficiente para liberaros... Sé que las vidas de las personas no son algo que tú puedas añadir o quitar; pero... por favor, recordad que no son solo pecados lo que vosotros cargáis. -
- ... Gracias. Gracias Aeris. – Dijo Jesse con una sonrisa.
La voz de alguien que ya no reconocía fue expulsada y los tres fueron devueltos a la prisión que ellos mismos habían decidido tener. A la florista, esta situación le recordó un tanto la de Vincent; otra persona que decidió crear su propia prisión para expiar sus pecados del pasado.
Y así, poco a poco, las almas de los tres antiguos miembros de Avalancha se hundieron en el mar de los recuerdos.
Aeris se secó las lágrimas y comenzó a caminar de nuevo. Rezó para que las almas de los miembros de Avalancha descansaran pronto en paz.